Historias de avance y esperanza

“Aprendí a nombrar lo que siento y a poner límites sin culpa. Hoy manejo mejor mi ansiedad.”

“Nos ayudaron a escucharnos de verdad. Volvimos a tener acuerdos y paz en casa.”

“Mi hijo incorporó rutinas y herramientas para manejar la frustración. La escuela notó el cambio.”

“Con estrategias concretas, pude retomar actividades que había evitado por miedo.”

“Comprendí mi proceso de salud y cómo cuidarme mejor. Me siento apoyada y activa en mi tratamiento.”

“Como familia aprendimos a respetar límites y a comunicarnos sin gritos. Avanzamos juntos.”

“Pasé de vivir con estrés permanente a contar con herramientas simples para regularme día a día.”

“Las sesiones nos dieron lenguaje común. Hoy discutimos menos y resolvemos más rápido.”

“Mi hija ahora tiene estrategias para organizarse y pedir ayuda. La comunicación mejoró en casa.”

“La exposición gradual me permitió reconectar con actividades que evitaba. Gané confianza.”

“Entendí mis síntomas y cómo manejarlos. Dejar de culpabilizarme fue clave para avanzar.”

“Hicimos acuerdos claros de convivencia. Hoy las rutinas tienen menos fricción.”

“Aprendí a identificar señales tempranas de ansiedad y aplicar pausas efectivas.”

“Reaprendimos a escucharnos sin interrumpirnos. La relación está creciendo otra vez.”

“La frustración disminuyó mucho. El colegio nos comentó los avances en clase.”

“Las tareas entre sesiones me dieron estructura y seguridad para exponerme a lo que temía.”

“Me siento parte activa de mi proceso y con herramientas concretas para el autocuidado.”

“Como familia, bajamos el volumen de los conflictos y subimos el de los acuerdos.”